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12 marzo, 2018
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Apendicitis: síntomas y tratamiento
El apéndice es pequeño órgano tubular, en forma de dedo que , que se encuentra conectado a manera de extensión en el tramo inicial del intestino grueso, cerca de donde este se une al intestino delgado.
En promedio mide 8 centímetros de largo y tiene de 4 a 8 milímetros de diámetro, pero hay mucho casos en que presenta una longitud mayor y se extiende considerablemente dentro de la cavidad abdominal.
Es considerado un órgano vestigial, es decir, un vestigio que aún queda de los cambios que ha sufrido el aparato digestivo durante millones de años de evolución del ser humano.
Durante años se consideró que el apéndice no tiene ninguna función definida en lo que respecta al aparato digestivo y el proceso de asimilar los alimentos, pero algunos estudios le dan una función de tipo inmunológico, pues al estar conectado al sistema linfático actuaría como un filtro que ayudaría a que el agua y determinas proteínas regresen al torrente sanguíneo y no se pierdan a través del proceso de defecación.
Por diversas causas este pequeño órgano tubular puede inflamarse o bloquearse el flujo de sangre dentro del mismo y provocar una situación denominada apendicitis, cuyo mayor riesgo es que ocurra una ruptura de la pared externa del apéndice y se disemine materia fecal del intestino y bacterias hacia el área del abdomen, condición peligrosa denominada peritonitis.
Hasta un 7 por ciento de la población mundial sufre anualmente de apendicitis, y por el riesgo de derivar en peritonitis o hasta en septicemia es considerada una de la emergencias médicas más importantes.
Puede presentarse en personas de cualquier edad, desde niños hasta adultos mayores, pero la gran mayoría de casos se manifiestan entre los 10 y 30 años de edad.
Muy pocos casos se registran en niños menores de 2 años e infantes en sus primeros meses de vida, pero estos tampoco están exentos del riesgo.
¿Cuáles son los síntomas de la apendicitis?
La principal señal de que el apéndice está inflamado es la aparición de un dolor sordo en la zona alta del abdomen, alrededor del ombligo, que tras unas 6 a 8 horas comienza a extenderse y focalizarse en el lado derecho del mismo.
Tras unas 24 horas y cuando la inflamación del apéndice ya provoca afectación en los nervios de la zona del peritoneo, el dolor se hace mucho más intenso. Esto es especialmente notorio si el paciente hace algún movimiento brusco que imponga presión en la zona abdominal, o intente caminar, correr o incluso o toser.
Como el apéndice no siempre se ubica en la misma zona del intestino grueso, hay pacientes que manifiestan sentir dolor en zonas diferentes al ombligo y lado derecho del abdomen.
Entre estos se encuentran quienes tienen un apéndice ubicado mucho más abajo del intestino o que es suficientemente largo para llegar hasta esta zona, donde al inflamarse presionará otros nervios y estructuras.
Estas personas suelen sentir los primeros dolores de la apendicitis en la zona pélvica, región anal o en la zona púbica, con picos dolorosos al orinar o defecar.
Una vez que aparece el dolor en el área abdominal, no tardan en aparecer síntomas que acompañan el cuadro de apendicitis como son las náuseas, vómitos y la pérdida de apetito. Estos malestares se manifiestan hasta en un 90 por ciento de los casos de apendicitis en su etapa inicial.
Otra señal es una dificultad para expulsar los gases intestinales y la presencia de un cuadro febril de baja intensidad, es decir, no mayor a los 38 grados Celsius, pero que se mantiene constante.
En algunas personas se presenta diarrea o deposiciones abundantes y casi líquidas mientras que otras por el contrario comienzan a sufrir estreñimiento, pero estos son síntomas menos comunes.
La apendicitis suele venir acompañada de una alta sensibilidad en la zona del abdomen y la rigidez o contracción involuntaria en los músculos de esta área si se aplica presión, situación denominada defensa abdominal, en la que organismo busca proteger instintivamente el área que percibe que tiene un problema.
Es de destacar que el caso de niños menores de 3 años o en etapa de lactancia estos síntomas no suelen presentarse, y la incapacidad de estos para manifestar o describir alguna molestia o dolor hace muy difícil el poder realizar un diagnóstico.
Una apendicitis no atendida en su etapa inicial puede derivar en una de tipo agudo, donde lo síntomas son más intensos y se corre el riesgo de que se rompa el saco que conforma la pared exterior de este órgano.
La apendicitis aguda es una condición grave en los adultos mayores, con un alto factor de riesgo para su vida, pero al igual que en el caso de los niños muy pequeños, en estas personas los síntomas también se hacen más difusos y difíciles de reconocer.
En términos generales, la apendicitis aguda en un adulto mayor provoca un leve dolor en la fosa iliaca derecha, acompañado de la inflamación del abdomen por efecto del cese de los movimientos peristálticos del intestino, que afectan el proceso regular de evacuación de heces y gases.
En estos adultos mayores mayores tampoco suele presentarse vómitos ni fiebre, lo que complica su evaluación.
¿Cómo se diagnostica la apendicitis?
El diagnóstico de la inflamación del apéndice comprende una revisión de los síntomas del paciente y sus antecedentes médicos para poder descartar otras dolencias como causa del dolor abdominal y demás síntomas.
El primer paso que hará el médico es una exploración física para evaluar el nivel de dolor, aplicando presión suave en la zona media alta del abdomen y liberando rápido la misma para detectar si hay picos de dolor que indiquen una afectación del peritoneo que rodea el apéndice.
Esta prueba se denomina signo de Blumberg o signo de dolor a la descompresión.
Además buscará señales de rigidez abdominal y del reflejo de contracción de los músculos de esta zona al presionar el área del apéndice, o defensa abdominal.
En el caso de mujeres en edad fértil se puede realizar un examen pélvico y otras pruebas para determinar si hay algún problema ginecológico que pueda provocar los síntoma que asemejan la apendicitis.
Entre estos problemas se encuentran embarazo ectópico, torcedura del ovario, enfermedades de transmisión sexual no tratadas, endometriosis y otros que afectan el útero y los ovarios.
Con la realización de un estudio de sangre, o hematología, se verificará si aumentaron considerablemente los niveles de leucocitos o glóbulos blancos, señal de que el organismo está luchando contra una infección.
Esta prueba es muy importante porque a mayor elevación de los leucocitos, más extendida está la inflamación del apéndice. Además tiene un alto nivel de fiabilidad como ayuda para el diagnóstico, pues el 80 por ciento de los pacientes con apendicitis aguda salen positivos al aumento de leucocitos en sus hematologías.
A través de exámenes de orina se puede descartar un problema renal, sea una infección o un cálculo, como causa del dolor en la zona abdominal.
Finalmente, si los exámenes anteriores no pueden determinar con el uso de radiografías o ultrasonido se puede ver la imagen de la zona del apéndice e intestino grueso y determinar si hay o no una inflamación evidente o un problema en otro órgano de esta zona.
¿Cuál es el tratamiento para la apendicitis?
El tratamiento más común y efectivo para la apendicitis es su extirpación por vía quirúrgica, denominada apendicectomía.
Este tipo de cirugía puede realizarse a la manera tradicional, cortando el apéndice de su conexión del intestino grueso a través de una incisión abierta, de unos 10 centímetros de largo, en la pared del abdomen y músculos subyacentes.
Este método es muy usado cuando hay perforación del apéndice y se necesita limpiar la cavidad abdominal de heces y sangre contaminada.
Un segundo método quirúrgico, denominado laparascopia, consiste en la introducción de equipos especiales con capacidad para cortar tejido y captar video a través de pequeñas incisiones en la zona donde se ubica el apéndice.
Además de dejar menos cicatrices, la laparascopia también permite una recuperación más rápida, por lo que es aplicada con mayor frecuencia en pacientes con baja condición física, como adultos mayores, pero no es útil en casos de ruptura del apéndice.
Sea cual sea el método usado, el paciente no requerirá una hospitalización mayor a 1 o 2 días y la mayoría de molestias y dolor causados por estos procedimientos desaparecerán en un lapso de unas 4 semanas.
Una consideración importante es que si la cirugía se realiza después que se rompió el apéndice puede haber un mayor riesgo de complicaciones posteriores, especialmente en niños pequeños, adultos mayores, personas con diabetes y quienes tienen un sistema inmunológico debilitado por otras enfermedades como el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), consumo de drogas o alcohol, enfermedades hereditarias, cáncer de algún tipo o la acción de medicamentos u otras razones.
Este grupo podría requerir tratamientos complementarios a la apendicectomía e incluso nuevas cirugías para corregir los problemas originados por ruptura del apéndice.
Es de destacar que la extirpación del apéndice no tiene ninguna consecuencia para la vida de la persona.
ADVERTENCIA: Este artículo no debe considerarse como un equivalente de una consulta médica profesional. Consulte a su médico de confianza ante cualquier duda sobre este u otro tema relacionado con su salud.