Actualizado en
18 julio, 2017
Síntomas de alergia al queso
La alergia al queso es causada por una reacción adversa en el cuerpo que ocurre cuando se ingiere este alimento y hace que los anticuerpos de la inmunoglobulina E (IgE) identifique a los químicos, proteínas y moho que se encuentran en el queso como sustancias dañinas. Los anticuerpos defienden al cuerpo liberando histaminas para luchar contra los alérgenos del queso. La producción de histamina causa inflamación de las vías nasales, pulmones, senos paranasales, oídos, ojos y piel; lo cual resulta en reacciones alérgicas que incluyen varios síntomas de alergia al queso.
Alergia al moho
Las personas que tienen alergia al moho que se encuentra en exteriores o a la penicilina son más susceptibles a desarrollar una alergia de reacción cruzada a quesos añejados que contengan moho, como la gorgonzola y el asiago. Los síntomas de alergia producidos por los quesos añejados generalmente son de síndrome alérgico oral —como hormigueo, comezón, ardor en los labios, lengua, boca y garganta— que comienzan dentro de los cinco minutos posteriores a la ingestión del queso y pueden estar acompañados por irritación en la piel, hinchazón facial, presión en los senos paranasales, congestión, estornudos, conjuntivitis alérgica y asma.
Sensibilidad a la tiramina
La tiramina es un químico presente en los alimentos fermentados. Los aminoácidos estimulan respuestas de histamina en los individuos alérgicos con sensibilidades químicas, lo que conlleva a niveles excesivos de histamina en el cuerpo y a que se agraven los síntomas preexistentes, como congestión, estornudos, comezón en los ojos, urticaria, frecuencia cardíaca incrementada, dolores de cabeza, presión arterial alta y dificultad para respirar. La tiramina se encuentra en quesos procesados, en quesos de soja y en quesos añejados como el parmesano, romano, asiago, brie, americano, roquefort, gouda, provolone y colby.
Alergia a los lácteos
Las alergias a los lácteos, como por ejemplo a la leche y al queso, causan reacciones porque el cuerpo no puede procesar las proteínas alergénicas. El queso contiene caseína y suero; la caseína es el principal disparador de las alergias a los quesos, especialmente en quesos más duros. La alergia al queso causa los siguientes síntomas: aletargamiento, falta de atención, ojeras negras, erupciones que causan comezón, urticaria, eczema, problemas digestivos como náuseas, vómitos, retortijones y diarrea; y problemas respiratorios como congestión, respiración sibilante, presión en el pecho, garganta irritada y ataques de asma.
Intolerancia a la lactosa
Las personas con intolerancia a la lactosa tienen síntomas gastrointestinales que son similares a la alergia a los productos lácteos, entre ellos hinchazón, retortijones, náuseas, flatulencia y diarrea; por lo que a menudo ambas enfermedades se confunden entre sí. La intolerancia a la lactosa ocurre debido a deficiencias de lactasa en el sistema digestivo, lo que causa que el cuerpo no pueda producir las enzimas necesarias para digerir la lactosa que se encuentra en los productos lácteos. Los doctores realizan estudios del aliento para diagnosticar o eliminar la posibilidad de intolerancia a la lactosa, lo cual resulta útil a la hora de diagnosticar y tratar la alergia a los lácteos.
Diagnóstico y tratamiento
El mejor tratamiento para la alergia al queso es evitar los detonadores. Llevar un registro de los síntomas ayuda a determinar la fuente del alérgeno, mientras que las reacciones a otros alimentos pueden brindar información acerca de si se trata de una alergia a los lácteos o a químicos. La ricota o el requesón se pueden usar como reemplazos en la dieta de aquellas personas alérgicas a la tiramina y al moho, ya que ninguno de los dos contiene ingredientes alérgenos activos. Los síntomas de la alergia al queso se pueden tratar con antihistamínicos tópicos y orales, así como con inhaladores y corticosteroides.
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